sábado, 3 de noviembre de 2012

Our little things

Ya es hora, creo yo, de darse cuenta, tanto tú como yo, que todos esos detalles, que ambos vemos, aunque no los queremos ver, todas esas cosas que aparecen sin querer, que hacen que se me ilumine la mirada y me sonroje.
Aunque por fuera parezcamos de hierro, sin sentimientos, por dentro somos aun más delicados que el algodón. Y cada mirada, cada paso y cada suspiro, cuentan. Cada beso en la frente, cada abrazo, son un mundo, y cada día, cada día que paso junto a ti es una galaxia diferente en este universo de sentimientos que es mi mundo.
Me parece que ya es hora de dar el paso, que los dos hicimos un amago de dar alguna vez, pero nunca conseguimos avanzar, siempre acabamos volviéndonos atrás, sin saber, que adelante puede estar la felicidad, la sonrisa eterna, esas mariposas en el estómago. Cuando lo pienso y pienso que tu eres el único puto motivo por el que sonrío día a día, tomo suficiente impulso como para poder dar el paso del siglo, pero luego apareces, con tu sonrisa, y tus ojos clavados en los míos, mirándome fijamente mientras dices "Hola, preciosa" y siento que me derrumbo, no hay forma existente de explicar lo que siento, así que me río nerviosamente, y evito dar el paso, vuelvo atrás. Pero siempre, y si, he dicho siempre, hay que recordar, que parecemos de hierro, pero somos más delicados incluso que el algodón.


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