¿Recuerdas aquellas escaleras donde estuvimos sentados toda una noche, hablando, de todo y de nada?, de cuando me agarraste la barbilla y me dijiste que me querías, y que nunca me dejarías ir. Que ilusa, yo que me lo creí, que creí cada palabra que decías, yo que me quedaba mirándote, observando cada milímetro de ti, yo que te agarraba la mano y te besaba, y me besabas, una vez, y otra más. Yo que te quería y te quería.
Por cada 'estás preciosa' o cada 'no te apampes' joder, que nadie te miraba como lo hacía él, nadie te hacía tener ganas de más y más cada vez que estabais juntos, hacía mucho que nadie conseguía hacerte sentir cosquillas en el estómago. No, a lo mejor hacer el amor, nunca lo habíamos hecho, pero lo de hacer la guerra se nos daba genial, también se le daba bien hacerme reír, llorar de la risa, pero sabía que era lo único que realmente quería, sabía de pies a cabeza que había llegado a necesitarle hasta tal punto que dolía, que no podía estar sin él. Por los tirones de cuello, los masajes prometidos que nunca me diste, cada vez que me dabas la mano, y cada vez que decías un chiste malo, cada tontería, y cada beso. Y por todo eso te echaré de menos, y digo echaré, porque en un día solo da tiempo a llorar, porque me has dejado ir, pero en unos días notaré tu falta. Y te di mi cariño, que era lo único que podía darte, porque no tenía más, te dije mil veces que no te diría que eres mi vida, porque vales mas que ese desafortunado desorden como tanta gente dice, te dije que te quería, de verdad, y aún así me dejaste ir, cuando yo lo único que quería era que destrozaras mi rutina, que la hicieras tuya. Que me hicieras tuya. Siempre quedarán los recuerdos.
Siempre tuya.
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