Habrá una razón, aunque solo sea una, que te haga derramar lágrimas, aunque esa razón siempre haya estado oculta, aunque nunca saliera a la luz, nunca mostró deseos de hacerte daño, pero jamás deberías decir nunca, por que esa razón, esa persona, a la que más quieres en este mundo, no importa de la forma en la que la quieras, acabará haciendo que esas lágrimas resbalen por tus mejillas, aunque sea incoscientemente, eso ya no importa, lo hecho hecho está, no hay vuelta atrás. Debería olvidar, pero no se olvida, debería perdonar, eso si que es posible, difícil, pero posible.
Y se repite en tu cabeza, una y otra vez, te corta la respiración y parece estar acercándote una caja llena de polvo para que te lloren los ojos y moquees. Y no lo puedes evitar, está ahí, e intentas olvidar, pero cuanto más intentas olvidar, más recuerdas, entonces decides dejarlo estar, pero también lo recuerdo. Y es el momento en el que recuerdas la frase aquella que decía "Cuando algo falla, la música se enciende". Acercas tu Ipod y enciendes la música, escuchas una canción triste tras otra, lo único que está claro, es que el azar no está de tu parte.

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