Recordé como me gustaba que me hicieras rabiar, y que te metieras conmigo, también, que me encantaba que vinieras en moto, aunque fuera a estar conmigo cinco minutos escasos, todas esas noches en vela hablando, los días que hablábamos por skype (sí, aún me acuerdo de como me hacías reír cuando cantabas),¡ y cómo olvidarme de tus amigos !. Me encantaba verte, que te rieras conmigo, me encantaban incluso los silencios, y como, solo tú conseguías hacer que me sonrojara en menos de dos segundos. Me encantaba que me dijeras que me amabas, o cuando decías que ibas a estar ahí cuando tuviera algún problema, toda esa tranquilidad y confianza que me dabas. La forma que tenías de consolarme y de hacerme creer que todo iría bien.
Pero me di cuenta, de que odiaba que te metieras conmigo continuamente haciéndome rabiar y sacando continuamente todos mis defectos, ya no soportaba más el estruendoso ruido de tu moto acercándose a mi casa, o todos esos días que llegaba a clases con unas ojeras criminales por haber pasado toda la noche hablando contigo, dios, ¿Y lo mal que cantabas? madre mía. Me he dado cuenta, que todo lo que alguna vez me ha encantado, ya no me agrada nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario